Largo, duro, demasiados metros de desnivel acumulados. Así lo describí justo después. Pero siempre hay más que contar.
Por primera vez iba a correr una ultramaratón con una amiga. Mi esposo y yo muchas veces hemos participado en carreras juntos, pero no corremos juntos, como él corre mucho más rápido que yo. Acababa de correr una maratón de bosque con mi amiga Tina en septiembre del 2021, cuando pense en preguntarle si queria participar en la MIM. Tina me respondió que sí inmediatamente.
Mis cuñados españoles me habian contado de la MIM, esta carrrera de 60 k y 3300 metros de desnivel positivos muchas veces, especialmente después de haber participado en carreras aquí en Noruega. Se quejaban de los avituallamientos, y me contaban de todas las cocas que se sirven en los avituallamientos de la MIM. Yo no lo dudaba, pues he participado unas cuantas veces en La Marxa al Bartolo, y sé que la organización es muy buena, los voluntarios muy amables, y que siempre hay de todo.
En la lotería no nos fue bien, yo con el número 666 tenía mucha esperanza, así que me decepcioné mucho al saber que no habiamos salido. Pero: se vendian unos dorsales de caridad, más especificamente el dinero se le concedía a la organización Huellas Callejeras, que ayuda a perros y gatos callejeros en Castellón.
Al dia siguiente supimos que no hubiera sido necesario; un extranjero automaticamente tiene derecho al dorsal sin salir en la lotería, pues mejor leer mejor la información que hay- pero por lo menos acabamos ayudando a perros y gatos callejeros.
Viajamos desde Oslo muy temprano por la mañana del 22 de abril, y tuvimos tiempo para buscar los dorsales, ver a la familia, y comer bien en uno de los muchos bares de Castellón. Para una noruega es de gran alegría poderse comer un menú con vino y todo a 12 euros, como en Noruega tan sólo la copa de vino costaría lo mismo- además del buen tiempo que hacía y la posibilidad de sentarse fuera en la calle.
La cuestión de dormir es un problema para mí siempre que tengo una carrera en la que tengo demasiadas ganas de participar. Acabé durmiendo algo, gracias a un podcast de un humorista noruego que habla de todo y nada de una forma tan aburrida como posible. Gracias a Morten Ramm que me dejo dormir tres horas de una calidad de 22 % segun mi reloj Suunto 9.
Sobre las cuatro de la mañana nos levantamos. Yo llevaba ya una hora estando completamente despierta, dejando toda la noche que mi esposo durmiera solo en su habitación para no molestarlo.
BORRIOL
El primer avituallamiento estaba en Borriol, y teníamos 1 hora y 50 minutos para llegar, el problema era que el sendero siendo muy estrecho no dejaba pasar y el tapón no se deshizo hasta que faltara muy poco para llegar. Una vez intentamos pasar en un punto más ancho, pero una corredora empezó a quejarse (seguramente pensando que no hablabamos español) diciendo que la meta aún quedaba lejos, y le dije a Tina (o sobre todo a mi misma) que no nos estresaramos. Al final sí hubo un poco de estrés, así que pienso que el comentario sobraba. En otras circunstancias estaria de acuerdo con la que habló, ya que tampoco me gusta que se den codazos en las carreras.

En general los corredores me han parecido muy amables, incluso hablé con un señor que había corrido la CSP muchas veces y que nos daba ánimos siempre que nos veía. Otro señor me contó que acababa de visitar a su hija en Noruega. Erica Sánchez, la corredora detrás de corroysoymujer.es, llegó a meta casi al mismo tiempo que nosotras, y nos felicitó sin que yo supiera que la había eschuchado hablar en un podcast del running, lo cual descubrí después cuando mi esposo me mandó el enlace de este artículo.
Salimos de Borriol sólo cinco minutos antes del corte de 1 hora y 50 minutos.
Afortunadamente, no volvimos a tener problemas con los cortes. Sabiamos que en Les Useres nos esperarían mis cuñados Olga y Carlos, y yo tenia ganas de llegar.

LES USERES
Al llegar a Les Useres ya me sentia muy cansada, y tenia ganas de sentarme. Tina tenía un problema con una rodilla, y una amiga de Carlos y Olga le ayudó con un spray que ojalá quitara algo del dolor. Este avituallamiento tenia de todo, y nos dieron la bienvenida proclamando que aquí llegaban las noruegas, gracias a Carlos que fue a hablar con el speaker. Gracias por el apoyo, Carlos y Olga! Carlos ha corrido la MIM varias veces y la ayuda y el apoyo realmente lo hemos apreciado mucho.
Tina y yo corriamos juntas, ella más fuerte que yo en las subidas pero con cuidado en las bajadas por la rodilla, así que a veces hemos ido solas pero siempre alcanzandonos la una a la otra.
El tiempo muy bien, por suerte no hizo calor por la mañana, y con el viento de la montaña no hemos tenido demasiado calor. Nos ha encantado a las dos cruzar un río con agua hasta los muzlos, sin quitarnos las zapatillas como lo hizo la mayoría, pues nunca en otras carreras habia visto a nadie quitandoselas, pero supongo que lo han hecho para evitar pies dolorosos más adelante. Qué agua más fresca y más buena, nos hizo bien.
TORROSSELLES
En Torrosselles había un patio en el que nos hemos sentado al sol, comiendo una coca de tomate riquísima, lo que habían prometido mis cuñados era verdad.

Hasta Torrosselles iba bien de ánimo, pero la etapa a Xodos fue un poco más oscura para mí.
Habiamos ya dejado atrás unos 2092 metros de desnivel positivo, y sabia que faltaban muchos más. Ahora quedaban las subidas más intensas, sobre todo porque tenia ya las piernas bastante cansadas. La mente me empezó a jugar una mala pasada, de manera que ya no quería estar ahí, para qué participar en ultramaratones, cómo es posible que me olvide siempre de lo horroroso que es, del sufrimiento tan sin sentido.
Tina, siempre positiva, me repitió varias veces que nos alegraríamos después por lo duro, pues, estas carreras las hacemos porque son duras, no? Yo respondiendole algo que parecía un «sí», pensando «no, nunca me alegraré por esto», olvidandome por completo de lo que siempre siento después, de la alegría de haber acabado una carrera difícil.
Después de Xodos, donde también exclamaron (por mi cuñada Olga, que había hablado con el speaker) que llegaban las dos noruegas, desaparecieron estos pensamientos negativos. Faltaban sólo diez kilómetros, lo cual lo cambia todo, porque ves ya la luz al final del túnel.
Empezaba a ver que era posible llegar por debajo de 13 horas, lo cual estaría bien pensando en los tiempos que hice en Blefjell y Lysefjorden, carreras que habia hecho en Noruega pero con «sólo» 2500 metros de desnivel positivo. Se lo dije a Tina. A Tina le gustaba mucho el paisaje de este tramo, a mí también, se parecia un poco a los bosques en Noruega, y vi una flor que surge en primavera, una señal de que se ha acabado el invierno y que a los niños noruegos les suele dar mucha alegría. Ahora googleando veo que se llama hepática en español, en noruego la llamamos «blåveis». Casi se puede decir que esta flor fue señal de que se había acabado mi oscuro invierno personal también.
Llegando a meta vimos que era posible por pocos segundos conseguir nuestro objetivo. LLegamos las dos con 12 horas, 59 minutos y 25 segundos.

Cuando me pusieron la medalla sentí como las lágrimas querian salir de pura alegría.

Gracias a la organización por este recuerdo tan bonito. Es posible que vuelva, junto con esa florecita azul que tanta alegría siempre me ha dado en primavera.
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